En medio del clima seco y paisajes dominados por la aridez, los bofedales sobresalen como verdaderos oasis de agua y de vida. Nuestro propósito como AndesPeat es estudiar estos ecosistemas únicos, identificar sus amenazas y lograr políticas públicas que promuevan su conservación.
¿Por qué y para qué estudiar bofedales? Es la primera pregunta que suelen hacernos sobre nuestro proyecto. Es la pregunta también que respondimos al postularlo a la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) de Chile, donde salimos favorecidos con un proyecto Núcleo Milenio que nos permitirá estudiar estos ecosistemas por 3 años.
El proyecto reúne a investigadores de 4 universidades chilenas, de diferentes áreas y especialidades, incluyendo derecho ambiental, geografía humana, paleoecología, climatología, y percepción remota.
Una de nuestras grandes preocupaciones es la escasa investigación científica transdiciplinaria que existe sobre los bofedales y, por cierto, la falta de conocimiento y valoración en el público general y tomadores de decisiones sobre ellos. Son muy pocos los que han estudiado estos ecosistemas poniendo en diálogo sus variables sociales, políticas, climáticas y ecológicas. Esto es fundamental para relevar su importancia regional y planetaria.
De hecho, se suele creer que las turberas son ecosistemas propios del sur de Chile, específicamente ubicados entre las regiones de Los Lagos y Magallanes. Sin embargo, los bofedales del altiplano son un tipo de humedal que se caracteriza por la formación de turba, pudiendo encontrar bofedales con más de 10 metros de profundidad.
Se ubican sobre los 3 mil metros de altitud y se originan debido a flujos permanentes y/o recargas continuas de agua que permiten el desarrollo de plantas cojín de la familia Juncaceae, como Oxychloe andina (conocida como Pako macho) y Distichia muscoides (conocido como pako hembra), que son plantas “nodrizas” para otro tipo de plantas muy apetecidas por los camélidos, tanto los silvestres (vicuñas) como el domesticado (alpacas y llamas). Bajo esta capa de plantas, los bofedales acumulan densas capas de materia orgánica en descomposición que forman la turba, la que se va almacenando año tras año.
Los bofedales desempeñan un papel integral en la sostenibilidad de los ecosistemas andinos, ya que regulan el ciclo hidrológico al controlar la erosión y almacenar agua durante las estaciones húmedas, liberándola durante los períodos más secos. Además, concentran la mayor cantidad de biodiversidad del altiplano, tanto en fauna como en flora. En torno a ellos es frecuente ver grandes concentraciones de camélidos y una gran variedad de aves y anfibios.
También forman parte del sistema climático global debido a su capacidad para secuestrar carbono. Por ello, protegerlos es clave, ya que al degradarse o secarse, pueden liberar al ambiente toneladas de gases de efecto invernadero.
Además, son ecosistemas de gran importancia para las comunidades humanas del altiplano, siendo utilizados como campos de pastoreo y como fuente de plantas medicinales y de valor cultural. Quienes practican la ganadería han desarrollado técnicas de manejo y conservación que han permitido mantener muchos bofedales en buen estado, expandir su superficie e incluso crear nuevos. Un ejemplo de cómo distintas formas de conocimiento pueden aportar para su sostenibilidad a largo plazo.
En nuestro proyecto integramos tecnología, ciencias naturales, ciencias sociales y distintas formas de conocimiento para estudiar a estos “milagros” del altiplano. A través de la evidencia que generemos en nuestras distintas líneas de investigación, buscamos aportar con políticas públicas que promuevan su conservación, y apoyar en su valoración y conocimiento.