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Ideas erradas que tenemos del Altiplano

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Se suele hablar de manera genérica del Desierto de Atacama como un lugar inhóspito, agreste, sin agua y difícil para la vida. Pero a todos aquellos que han tenido la oportunidad de conocer el Altiplano saben que parece irreal ir subiendo en medio de una infinita extensión de lomas áridas, para encontrarse de improviso con bofedales, llaretas, riachuelos, lagunas, salares, montañas nevadas, decenas de camélidos y aves, y una enorme y vibrante paleta de colores.  Aquí les contamos 6 conceptos errados que tenemos de este territorio.

1 El altiplano es un desierto donde no hay nada. Es generalizada la creencia de que el desierto de Atacama presenta características uniformes desde la costa a la montaña, donde solo abunda la aridez. Sin embargo, el desierto tiene una gran variabilidad topográfica, con 8 tipos de climas, presencia de importantes valles, ríos, lagos y lagunas. El altiplano es un verdadero oasis de vida, sólo el Parque Nacional Lauca tiene 272 especies de plantas vasculares de las cuales 8 son endémicas, y 147 especies de fauna, destacando la gran cantidad de aves, con más de 60 especies.

2 Chile no es un país altiplánico. Como si en Chile no existiera puna, se habla del “país altiplánico” para referirnos a Bolivia. Lo cierto es que Bolivia, comparando el territorio altiplánico, tendría sólo un 7% más de altiplano que Chile.

3 En el altiplano no hay agua. Lo cierto es que en el Altiplano se origina el ciclo del agua para la macrozona norte, y sus bofedales son los principales reservorios de agua, ya que funcionan como grandes esponjas que almacenan y filtran el agua y la transfieren en temporadas de bajos caudales. Los bofedales cumplen una función esencial, tanto para la conservación de los ecosistemas semiáridos de montaña como para la zona hiperárida adyacente al océano Pacífico, asegurando la disponibilidad hídrica para la biodiversidad, el control del clima a escala local y global, así como para el consumo humano e industrial.

4 El altiplano es tan agreste que nadie puede vivir ahí. Tenemos un imaginario geográfico nacional del norte chileno que se halla enlazado a la idea de “el desierto más árido del mundo” o “el despoblado de Atacama”. Un espacio donde escasean los recursos y por tanto la vida se torna difícil, principalmente por el acceso al agua. Sin embargo, estas tierras han estado pobladas desde tiempos prehispánicos, y si bien en la actualidad la población originaria de estas tierras vive principalmente en las áreas urbanas, existen comunidades organizadas que están vigorizando el altiplano a través de las prácticas ganaderas.

5 El clima es seco. Sí, pero hay ocho diferentes tipos de climas entre la costa y la cordillera en todo el territorio. A grandes rasgos, según la clasificación de Koppen-Geiger, podemos encontrar desierto cálido, desierto cálido de verano seco, desierto frío, desierto frío con verano seco, semiárido frío, semiárido frío de verano seco, semiárido frío de invierno seco, y, en las mayores altitudes, clima de tundra de invierno seco.

6 En el desierto no llueve. La época de precipitaciones en el Altiplano no coincide con el resto de Chile: aquí llueve en el verano, lo que se conoce como invierno boliviano o lluvias estivales. Además, no se rige por las mismas condiciones de precipitaciones que en el resto de Chile. Las lluvias en todo el país vienen desde el océano Pacífico, salvo en el Altiplano, que está condicionado por la circulación atmosférica proveniente desde la amazonía. Es decir, el agua que llega al Altiplano proviene de la evaporación en selvas de Brasil o Bolivia, donde, por efecto de los vientos, logra cruzar la Cordillera de Los Andes, para caer en las grandes cumbres, lo que finalmente alimenta los ecosistemas del desierto.